miércoles, 25 de febrero de 2009

La doctrina Klein: El auge de la polémica del desastre

Johan Norberg

El libro The Shock Doctrine (La doctrina del shock)*, de Naomi Klein, pretende ser una denuncia de la naturaleza despiadada del capitalismo de libre mercado y de su reciente exponente principal, Milton Friedman. Klein sostiene que el capitalismo va de la mano de la dictadura y la brutalidad, y que los dictadores y otras figuras políticas inescrupulosas se aprovechan de los “shocks” —catástrofes reales o fabricadas— para consolidar su poder e instaurar reformas de mercado impopulares. Klein cita como ejemplos de este proceso los casos de Chile durante el gobierno del general Augusto Pinochet, Gran Bretaña con Margaret Thatcher, China durante la crisis de la Plaza de Tiananmen y la actual guerra en Irak.
El análisis de Klein tiene defectos insalvables en casi todos los niveles. Las propias palabras de Friedman revelan que es un defensor de la paz, la democracia y los derechos individuales. Él sostenía que las reformas económicas graduales son, en general, preferibles a las drásticas, y que el público debe contar con toda la información pertinente a fin de prepararse mejor para recibirlas. Además, Friedman condenó las violaciones de derechos humanos que se dieron durante el régimen de Pinochet y se opuso a la guerra en Irak.
Los ejemplos históricos que da Klein también se desmoronan si se los analiza en detalle. Por ejemplo, Klein alega que el objetivo de la represión a la sociedad civil en la Plaza de Tiananmen era suprimir la oposición a las reformas pro-mercado, cuando, en realidad, paralizó la liberalización por años. También afirma que Thatcher usó la Guerra del Atlántico Sur como distracción para aplicar sus impopulares políticas económicas, cuando, en la práctica, esas políticas y sus resultados gozaban de un fuerte apoyo del público.
Sucede lo mismo con las afirmaciones empíricas de carácter más general de Klein. Las encuestas sobre libertad política y económica revelan que los regímenes políticamente menos libres tienden a resistirse a la liberalización del mercado, mientras que los estados con mayor libertad política suelen buscar también la libertad económica.
Introducción
Desde que se publicó, en septiembre pasado, el libro de la canadiense Naomi Klein The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, ya se ha convertido en la Biblia de los jóvenes activistas anticapitalistas. La obra también fue elogiada por críticos consolidados. Como explica el filósofo John Gray en The Guardian: “Hay muy pocos libros que realmente nos ayudan a entender el presente. La doctrina del shock es uno de ellos”.1 En el New York Times, Joseph Stiglitz, ganador del premio Nobel, escribe que es “una descripción detallada de las intrigas políticas necesarias para imponer políticas económicas desagradables en países que no las aceptan fácilmente”.2 Según los editores de Amazon.com, es uno de los diez mejores libros de no-ficción de 2007.
La tesis de Klein es que la liberalización económica es impopular y, por lo tanto, solo puede triunfar mediante el engaño o la coerción de los votantes. En particular, las ideas de libre mercado se sirven de las crisis. En épocas de desastre natural, guerra o golpe militar, la gente está desorientada y confundida, y lucha por su propia supervivencia o bienestar inmediatos, lo que allana el terreno para que las corporaciones, los políticos y los economistas liberalicen el comercio, lleven a cabo privatizaciones y recorten el gasto público sin enfrentar ninguna oposición. Según Klein, los economistas “neoliberales” recibieron con agrado el huracán Katrina, el tsunami de 2004 en Indonesia, la guerra en Irak y los golpes militares en América del Sur de la década de los setenta ya que fueron oportunidades para borrar las políticas del pasado e introducir modelos radicales de libre mercado. Si las guerras y los desastres no son suficientes para que los ciudadanos entren en estado de shock, los neoliberales, supuestamente, ven con buenos ojos que quienes se oponen a la reforma sean atacados y torturados hasta la sumisión. El principal villano en la historia de Klein es Milton Friedman, el economista de Chicago que hizo más que nadie en el siglo XX por popularizar la economía de libre mercado.
Para demostrar su argumento, Klein exagera las reformas de libre mercado que se instauran en tiempos de crisis, muchas veces, no prestando la debida atención a acontecimientos cruciales y reescribiendo las cronologías. Usa metáforas vagas y distorsiones desbocadas para sostener que los mercados libres son una forma de violencia. Confunde el libertarismo con el corporativismo y el neoconservadurismo y acusa a Milton Friedman de alentar la reforma furtivamente. Para eso, se aboca a una de las distorsiones más malignas de un pensador que se haya registrado en los últimos años. Klein intenta retratar al Dr. Friedman, quien es un hombre afable y amante de la libertad, como un Mr. Hyde insensible y belicista
continuacion...
http://www.elcato.org/node/3602

1 comentario: