martes, 26 de mayo de 2009

¡Despedir al Jefe! (La cura para los despidos)

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Naomi Klein y Avi Lewis
naomiklein.org (tomado de rebelion.org)

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En 2004, hicimos un documental llamado “La Toma” sobre el movimiento argentino de empresas dirigidas por los trabajadores. Después del dramático colapso económico del país en 2001, miles de trabajadores entraron a sus fábricas cerradas y las volvieron a hacer producir como cooperativas de trabajadores. Abandonados por jefes y políticos, recuperaron salarios e indemnizaciones no pagadas mientras recuperaban sus puestos de trabajo al hacerlo.
Cuando viajamos por Europa y Norteamérica con la película, cada sesión de preguntas y respuestas terminaba con la pregunta: “Todo eso está muy bien en Argentina ¿pero podría llegar a suceder aquí?”"

Bueno, ahora que la economía mundial se parece en mucho a la de Argentina en 2001 (y por muchas de las mismas razones) hay una nueva ola de acción directa entre los trabajadores de los países ricos. Las cooperativas vuelven a emerger como una alternativa práctica contra más despidos. Trabajadores en EE.UU. y Europa comienzan a formular las mismas preguntas que sus homólogos latinoamericanos: ¿por qué tuvimos que ser despedidos? ¿Por qué no podemos despedir al jefe? ¿Por qué se permite que el banco hunda a nuestra compañía mientras recibe miles de millones de dólares de nuestro dinero?
Mañana por la noche (15 de mayo) participaremos en Cooper Union en la Ciudad de Nueva York, en un panel que considera este fenómeno, llamado “Despide al jefe: la solución del control por los trabajadores de Buenos Aires a Chicago.”Vendrá gente del movimiento en Argentina así como trabajadores de la famosa lucha de Republic Windows and Doors en Chicago.Es una gran manera de escuchar directamente a los que tratan de reconstruir la economía desde la base, y que necesitan un apoyo significativo del público, así como de los responsables políticos a todos los niveles del gobierno. Para los que no puedan ir a Cooper Union, lo que sigue es un breve resumen de recientes acontecimientos en el mundo del control por los trabajadores.
Argentina:
En Argentina, inspiración directa para muchas acciones de los trabajadores, ha habido muchas más tomas en los últimos 4 meses que en los 4 años anteriores.Un ejemplo: - Arrufat, fabricante de chocolates con una historia de 50 años, fue bruscamente cerrado a fines del año pasado. 30 empleados ocuparon la planta, y a pesar de una inmensa deuda a los servicios públicos dejada por los antiguos propietarios, han estado produciendo chocolates a la luz del día, utilizando generadores.Con un préstamo de menos de 5.000 dólares de The Working World, una ONG de fondo financiero iniciada por un admirador de La Toma, pudieron producir 17.000 huevos de Pascua para su mayor fin de semana del año. Hicieron una ganancia de 75.000 dólares, y se llevaron 1.000 dólares a casa cada uno y ahorraron el resto para la producción futura.
Reino Unido-
Visteon es un fabricante de autopartes que fue descartado por Ford en el año 2000. Cientos de trabajadores recibieron un aviso de 6 minutos de que perderían sus puestos de trabajo. 200 trabajadores en Belfast hicieron una sentada sobre el techo de su fábrica, otros 200 siguieron su ejemplo el día después.Durante las siguientes semanas, Visteon aumentó su paquete de indemnización hasta 10 veces su oferta inicial, pero la compañía se niega a colocar el dinero en las cuentas bancarias de los trabajadores hasta que abandonen las plantas, y estos se niegan a irse hasta que vean el dinero.
Irlanda:-
Una fábrica en la que los trabajadores hacen el legendario cristal de Waterford, fue ocupada durante 7 semanas antes este año cuando la compañía madre Waterford Wedgewood se declaró en bancarrota después de ser adquirida por una firma privada de inversiones de EE.UU.La compañía estadounidense ha puesto ahora 10 millones de euros en un fondo de indemnización, y se realizan negociaciones para conservar algunos de los puestos de trabajo.
Canadá:
Con el colapso de los tres grandes de la industria automotora estadounidense, ha habido hasta ahora 4 ocupaciones de plantas por Canadian Auto Workers durante este año. En cada caso, las fábricas estaban cerrando y los trabajadores no recibían la compensación que se les debía. Ocuparon las fábricas para impedir que se sacaran las máquinas, y lo utilizaron como medio de presión para obligar a las compañías a que volvieran a la mesa de negociaciones – precisamente la misma dinámica que en las tomas por los trabajadores argentinos.
Francia:
En Francia, ha habido una nueva ola de “secuestros de jefes” durante este año, en los que empleados enfurecidos han detenido a sus jefes en fábricas que enfrentaban el cierre. Las compañías en cuestión hasta ahora incluyen a Caterpillar, 3M, Sony, y Hewlett Packard.Al ejecutivo de 3M le llevaron una comida de mejillones y papas fritas durante su dura experiencia de una noche.Una comedia de éxito en Francia durante esta primavera fue una cinta llamada "Louise-Michel," en la cual un grupo de trabajadoras contrata a un asesino para que mate a su jefe después de que éste cerró su fábrica sin advertencia previa.
Un funcionario sindical francés dijo en marzo: “los que siembran la miseria cosechan la furia. La violencia la cometen los que recortan puestos de trabajo, no los que los defienden.”Y esta semana, 1.000 trabajadores siderúrgicos perturbaron la reunión anual de accionistas de ArcelorMittal, la mayor compañía siderúrgica del mundo. Invadieron la central de la compañía en Luxemburgo, rompieron puertas, quebraron ventanas, y enfrentaron a la policía.
Polonia:
También en esta semana, en el sur de Polonia, en el mayor productor de coque de Europa, miles de trabajadores enladrillaron la entrada a la central de la compañía en protesta por los recortes de salarios.
EE.UU.
Y luego tenemos la famosa historia de Republic Windows and Doors: 260 trabajadores ocuparon su planta durante 6 días que estremecieron al mundo en Chicago, en diciembre pasado. Con una habilidosa campaña contra el mayor acreedor de la compañía, Bank of America ("¡a ustedes los rescataron, a nosotros nos vendieron!”) y una masiva solidaridad internacional, obtuvieron las indemnizaciones que les debían. Y además – la planta vuelve a abrir bajo nuevos dueños, produciendo ventanas de ahorro de energía, y todos los trabajadores han sido vueltos a contratar con sus antiguos salarios.Y esta semana, Chicago lo convierte en una tendencia. Hartmarx es una compañía de 122 años de antigüedad que hace trajes de negocios, incluso el de color azul marino que Barack Obama se puso la noche de la elección y el smoking y sobretodo que se puso durante su acto de toma de posesión.La empresa está en bancarrota. Su mayor acreedor es Wells Fargo, receptor de un rescate de 25.000 millones de dólares de fondos públicos. Aunque hay dos ofertas para comprar la compañía y mantenerla en operación, Wells Fargo quiere liquidarla. El lunes, 650 trabajadores votaron por la ocupación de su fábrica en Chicago si el banco sigue adelante con la liquidación.

Continuará…

http://www.naomiklein.org/articles/2009/05/cure-layoffs-fire-boss

viernes, 22 de mayo de 2009

Decrecimiento y Biomímesis

"Luis González Reyes - Revista Pueblos
18 de mayo de 2009
La humanidad vive cambios sin precedentes cada vez más acelerados. En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia humana. Sin embargo todas las personas dependemos de la naturaleza y de los servicios de los ecosistemas para poder llevar una vida digna, saludable y segura. Además, sólo ahora se están poniendo de manifiesto los verdaderos costes asociados con los supuestos beneficios de esta transformación a favor de una minoría de la población mundial."

El cambio climático avanza; se ha puesto en peligro la producción de alimentos; la biodiversidad disminuye a un ritmo escalofriante; los recursos se agotan, con especial mención a los combustibles fósiles; el acceso al agua cada vez se complica más; y además, la crisis ambiental se da en unas circunstancias de desigualdad social cada vez más agudizada. La crisis es, por tanto, ecológica, pero también política, económica, cultural y social.

Mª José ComendeiroLos tímidos y escasos avances en la concienciación ambiental y en las políticas puestas en práctica no guardan relación con la gravedad del problema que tenemos delante. Seguimos sin afrontar el elemento central de la crítica ecologista desde hace varias décadas: el conflicto básico entre, por un lado, un planeta Tierra con recursos limitados y finitos y, por otro, un capitalismo globalizado, basado en la necesidad de crecimiento y acumulación constantes.Decrecer en el gasto global de energía y materiales, así como en la generación de residuos no es simplemente una opción, es una necesidad que impone un planeta con recursos limitados. Obviamente, quien puede decrecer es quien gasta de forma mayoritaria los recursos y genera los residuos, es decir, los países más enriquecidos. Sin embargo, la propuesta del decrecimiento es un camino, no un fin. El fin es una sociedad sostenible [1].
Biomímesis
Una sociedad sostenible es la que tiene los satisfactores más adecuados para cubrir universalmente las necesidades humanas de manera armónica con el entorno. Un concepto fundamental es la biomímesis [2] (imitar a la Naturaleza), ya que la Naturaleza ha sabido encontrar, a lo largo de la evolución, las mejores soluciones a las necesidades de los seres vivos y de los ecosistemas. Pero no sólo eso, sino que también ha sido capaz de evolucionar hacia estadios cada vez más complejos y ricos. Además, la biomímesis implica que el entorno no es parte de la economía, sino al revés: la economía es un subsistema del ambiente. Los principios básicos para alcanzar la biomímesis son:
Cerrar los ciclos de la materia
En la naturaleza la basura no existe, todo es alimento, de manera que los residuos de unos seres son el sustento de otros y los ciclos están cerrados. Los modos de producción humanos, en contraposición a lo anterior, son lineales y, partiendo del petróleo, llegamos a un montón de plásticos tirados en un vertedero.Esto se traduce en adecuar nuestras actividades a la capacidad del planeta para asimilar los contaminantes y residuos, es decir, evitar los materiales que la naturaleza no puede degradar/asimilar y frenar la producción de residuos hasta alcanzar un ritmo menor al ritmo natural de asimilación/degradación.
Consumir y producir residuos en función de las capacidades naturales
Este criterio está íntimamente relacionado con los conceptos de límite y justicia, con entender que vivimos en un planeta de recursos limitados. Es decir, debemos autolimitarnos con un modelo de vida más austero. Sólo una disminución drástica del consumo en los países sobredesarrollados permitirá el moderado, pero necesario, aumento en los empobrecidos.La disminución del consumo también implica obtener en primer lugar las materias primas y la energía del reciclaje de los bienes en desuso y, en segundo término, de fuentes renovables.
Centrar la producción y el consumo en lo local
Es necesaria una minimización del transporte, puesto que en la naturaleza su mayor parte es vertical [3] (intercambio de materia entre el reino vegetal y la atmósfera y el suelo). El transporte horizontal sólo lo realizan los animales, que suponen muy poca biomasa respecto a los vegetales (el 99 por ciento de la biomasa) y que además sólo se desplazan a cortas distancias. El transporte horizontal a largas distancias, como es el caso de las migraciones, es una rareza [4].
Esta idea supone una tendencia paulatina hacia la autosuficiencia desde lo local. Este principio minimiza el transporte de recursos y bienes, facilita la gestión de los recursos y los residuos, y favorece las actividades económicas adaptadas a las características del entorno.Esto significaría un funcionamiento confederal de los distintos territorios con un alto grado de autonomía, pero con una importante interconexión entre ellos.
Basar la obtención de energía en el sol
El sistema energético debe estar centrado en el uso de la energía solar en sus distintas manifestaciones (sol, viento, olas, minihidráulica, biomasa...). En general, se trata de obtener la energía de fuentes renovables, es decir, de aquellas que explotemos a un ritmo que permita su regeneración.Potenciar una alta diversidad e interconexión biológica y humanaLa vida ha evolucionado, desde el principio, hacia grados de mayor diversidad y complejidad, lo que no sólo ha permitido alcanzar mayores niveles de conciencia, sino también adaptarse a los retos y desafíos que se ha venido encontrando.
La mayor estrategia para aumentar la seguridad y la supervivencia de la vida ha sido hacerla más diversa, cambiante y moldeable. Justo lo contrario para lo que trabaja la Unión Europea, con sus directivas contra la inmigración o la tendencia del mercado a homogeneizar los gustos.La alta diversidad y la interconexión naturales tienen un correlato en el plano social, que es la vida conjunta de muchas personas diversas y con muchas redes de comunicación entre ellas. Además hay que señalar que la evolución de la vida es hacia la máxima complejidad, no hacia el máximo crecimiento. Los bosques o las personas pasamos una primera etapa de nuestra vida en la que ponemos energía en crecer. Pero luego esa energía la desviamos hacia el aumento de la complejidad. Lo que llamamos "progreso" es anclarnos continuamente en esa etapa primitiva de crecimiento.Por último, una característica fundamental de la complejidad es que permite que se produzca autoorganización de forma "espontánea".
Acoplar nuestra "velocidad" a la de los ecosistemas
Muchos de los problemas ambientales que se están produciendo tienen más que ver con la velocidad a la que se están efectuando los cambios que con los cambios en sí mismos. Por ejemplo, a lo largo de la historia de la Tierra se han producido cambios de temperatura más drásticos de los que se pronostican como consecuencia del cambio climático; sin embargo, el problema principal es que el cambio se está llevando a cabo a una velocidad que los ecosistemas no pueden soportar sin traumas.En este sentido, es imprescindible ralentizar nuestra vida, nuestra forma de producir y consumir, de movernos. Hay que volver a acompasar nuestros ritmos con los del planeta.
Actuar desde lo colectivo
En la naturaleza, para su evolución, ha sido mucho más importante la cooperación que la competencia, como bien lo ejemplifica la simbiosis, algo básico en el desarrollo de ecosistemas y seres vivos. Esto se transpone en la vida social como una gestión democrática de las comunidades y sociedades, de manera que nos responsabilicemos de nuestros actos a través de la participación social. Y cuando hablamos de democracia nos referimos a una democracia participativa, en la que los valores básicos sean la cooperación, la horizontalidad, la justicia, el geocentrismo (huyendo del antropocentrismo y el androcentrismo) y la libertad.
En aras del crecimiento, el trabajo productivo ha sido llevado al máximo culto, mientras el trabajo reproductivo ha sido invisibilizado y generalmente llevado a cabo por mujeres. El primero ha conllevado el aumento de la producción y el hiperconsumismo. El segundo, en cambio, ha tenido como valor principal el cuidado de la vida. Esto tiene que revertirse.Principio de precauciónEl principio de precaución postula que no se deben llevar a cabo acciones de las que no se tienen claras las consecuencias. Es entender que vivimos en un entorno de incertidumbre insalvable.

Luis González Reyes es miembro de Ecologistas en Acción. Este artículo ha sido publicado en el nº 36 de la Revista Pueblos, marzo de 2009.

Notas
[1] Este apartado está extractado del "Manifiesto de Valencia" de Ecologistas en Acción.
[2] Riechmann, Jorge (2003): "Biomímesis", El Ecologista nº36 y Riechmann, Jorge (2000): Un mundo vulnerable: ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, Madrid, Los Libros de la Catarata.
[3] Margalef, Ramón (1980): La Biosfera entre la termodinámica y el juego, Omega.
[4] Margalef, Ramón (Ramón): Planeta azul, planeta verde, Prensa Científica./ Estevan, Antonio: "La enfermedad del transporte".

lunes, 18 de mayo de 2009

El "buen vivir" y las cesuras del "desarrollo"

"BUEN MATERIAL PARA SEGUIR DISCUTIENDO SOBRE CRECIMIENTO, DESARROLLO Y POSTDESARROLLO - De todos los conceptos creados desde la positividad de la economía neoliberal, el concepto de crecimiento económico como base del desarrollo social es, de hecho, uno de los que más connotaciones simbólicas y políticas posee. Es un concepto hecho a la medida de las ilusiones y utopías del neoliberalismo y del capitalismo tardío"

El “Sumak Kawsay” (“Buen vivir”) y las cesuras del desarrollo
Fuente: ALAI, 6-5-08
De todos los conceptos creados desde la positividad de la economía neoliberal, el concepto de crecimiento económico como base del desarrollo social es, de hecho, uno de los que más connotaciones simbólicas y políticas posee. Es un concepto hecho a la medida de las ilusiones y utopías del neoliberalismo y del capitalismo tardío. Con la misma fuerza que el creyente cree en la epifanía de la voluntad divina, el economista neoliberal, cree en las atribuciones y virtudes mágicas que tiene el crecimiento económico. Es una especie de doximancia en la que la sola enunciación del crecimiento económico se convertiría en taumaturgo de la realidad.
Esta noción del crecimiento económico recupera las necesidades políticas del neoliberalismo, y, para legitimarse, apela al concepto decimonónico e iluminista del “progreso”. En efecto, desde esta perspectiva el crecimiento económico sería otro símbolo de progreso y éste, por definición, no admite discusiones. De esta manera, el neoliberalismo pretende tejer una solución de continuidad histórica con el iluminismo y con las promesas emancipatorias de la modernidad. En la simbólica moderna, toda persona, o todo pueblo, al menos teóricamente, quiere progresar, quiere “salir adelante”; quiere “superarse”. Para el neoliberalismo, poner trabas al progreso es ser retardatario. Poner trabas al crecimiento es una aberración de los pueblos “atrasados” que, de forma imperativa, deben modernizarse. Oponerse al desarrollo, por tanto, es antihistórico. Estar en contra del crecimiento económico es síntoma y signo de oposición al cambio.
Pero el crecimiento económico, vale decir el desarrollo, por antonomasia es obra de los mercados y, a su vez, de las empresas privadas. La empresa privada (y en su forma más moderna: la corporación), gracias al discurso neoliberal del crecimiento económico se creen portadoras de una misión de trascendencia histórica: asegurar el cumplimiento de una de las promesas más caras de la modernidad capitalista: el progreso económico en condiciones de libertad individual.
En esta noción de crecimiento y desarrollo económico el discurso neoliberal crea un fetiche al cual rinde tributos, oraciones, y penitencias. El crecimiento económico, según la doctrina neoliberal, resolverá por sí solo los problemas de la pobreza, iniquidad, desempleo, falta de oportunidades, inversión, contaminación y degradación ecológica, etc.
El crecimiento económico se convierte en la parusía del capital. En el horizonte utópico hacia el cual necesariamente hay que llegar, a condición de que, obviamente, se dejen libres los mercados y que el Estado respete las reglas de juego del sector privado. En la teología del neoliberalismo, la parusía del crecimiento económico solo puede provenir de la mano invisible de los mercados. Gracias a esta noción de crecimiento económico, el neoliberalismo puede deconstruir aquellos modelos económicos y sociales que comprendían la intervención del Estado; y posicionar su proyecto político como un modelo de crecimiento por la vía de los mercados. El crecimiento económico, en las coordenadas teóricas y políticas del neoliberalismo, permite desarmar aquellas nociones de planificación social, de bienes públicos y solidaridades colectivas que formaron parte del debate político latinoamericano y mundial, antes de la “larga noche neoliberal”.
Ahora bien, la teoría del crecimiento económico por la vía de los mercados y como base del desarrollo, es una invención reciente. Su formulación como parte de las teorías del desarrollo y su reformulación como propuesta de mercados libres y competitivos como único espacio histórico posible del desarrollo económico, está relacionada con la contrarrevolución monetarista de Friedman y de la Escuela de Chicago, producida en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
En realidad, el crecimiento como dispositivo conceptual del desarrollo neoliberal, es un argumento vacío. En efecto, el crecimiento económico, strictu sensu, no existe. Lo que existe es la acumulación del capital, y el capital no es ni una cosa ni un conjunto de objetos, es una relación social mediada por la explotación y la reificación. La acumulación del capital implica, por definición, la ampliación de las fronteras de la explotación y de la enajenación humana. A más crecimiento, más acumulación de capital, y, por tanto, más explotación, más degradación, más enajenación.
El desarrollo basado en la noción neoliberal del crecimiento económico, es un discurso mentiroso y encubridor de las relaciones de poder que genera la acumulación del capital en su momento especulativo. El crecimiento económico como teleología (o como finalidad) social y fetichismo de la historia es un dispositivo simbólico y epistémico que tiene una función política: aquella de generar los consensos necesarios para posibilitar la acumulación del capital en su momento especulativo y neoliberal.
Tiene también una función histórica: aquella de cerrar los espacios de posibles humanos en las coordenadas de la economía y del mercado. El neoliberalismo es el fin de la historia moderna. No hay nada más allá del fin de la historia: las utopías desaparecen y las metanarraciones de la modernidad se fragmentan. En el mundo neoliberal se han cumplido con las promesas emancipatorias de libertad y progreso. Sin embargo, esa libertad y progreso son puestas en las perspectivas del mercado y la libre empresa, y el ser humano que mide a su condición humana en la reificación de las cosas, ya fue cuestionado por los filósofos marxistas de la Escuela de Frankfurt, además, el discurso del crecimiento económico ha sido objeto de un intenso cuestionamiento, desde Iván Illich, Arnold Naess, Herbert Marcuse, hasta Arturo Escobar y Serge Latouche, entre otros.
De esas críticas y cuestionamientos al discurso neoliberal del crecimiento económico, y utilizando una figura de la retórica que implica ruptura, interrupción y fisuras, habría de recordar aquellas cesuras que esta noción ha producido y cuyas connotaciones históricas y sociales son ineludibles a la hora de repensar al desarrollo y sus alternativas, sobre todo en momentos de fin de la historia y de posmodernidad neoliberal.
La primera de esas cesuras es cuando el discurso del crecimiento económico fragmenta y rompe la relación del ser humano con la naturaleza. Desde el proyecto de Descartes del hombre como “amo y señor de la naturaleza”, hasta el informe de la Comisión Brundtland de 1986, pasando por la Cumbre de Río y las preocupaciones recientes sobre el calentamiento global, el desarrollo económico y el discurso del crecimiento, no han podido cerrar esa cesura. Todo lo contrario, ahora genera problemas que antes parecían inconcebibles.
La visión de los mercados como alternativa histórica para la relación hombre-naturaleza está ampliando esta cesura y presentándonos escenarios que antes nos habrían parecido impensables. Solo desde una visión de un extremo egoísmo con el presente, y absoluta enajenación con el futuro, puede pensarse que la producción de alimentos ahora sea para los autos y no para los seres humanos. Los biocombustibles ponen al discurso del crecimiento económico en la frontera final de la utilización de la naturaleza. ¿Qué viene después? ¿Quizá la privatización del aire? ¿La comercialización del clima, como lo pretende el proyecto HAARP?
Comprendemos, gracias a esa propuesta de privatización de la naturaleza, que el concepto de “desarrollo sustentable” de la Comisión Brundtland, nunca fue más que un simulacro, una expiación del capitalismo tardío en su hora neoliberal. Una coartada para los proyectos privatizadores del Banco Mundial. Sin embargo, el calentamiento global es una amenaza real. El capitalismo y su discurso del desarrollo, gracias a la cesura que se produjo cuando se instrumentalizó la naturaleza y se rompió la unidad del hombre con su entorno, están provocando una de las crisis más graves y profundas que pone en peligro a toda la existencia humana sobre la Tierra. En la perspectiva del mercado no hay posibilidades de frenar el cambio climático y el calentamiento global. Llegará un día en el que la humanidad tenga que optar entre la vigencia de los mercados capitalistas o su propia pervivencia. Llegará un día en el que los conocimientos y saberes ancestrales de los pueblos indígenas sean la única opción para salvar al planeta de la devastación provocada por el libre mercado.
Una segunda cesura del discurso del crecimiento económico y el desarrollo, es aquella relacionada con la ética. Ni el desarrollo, ni el crecimiento económico son éticos, y no pueden serlo, porque al incorporar variables éticas al crecimiento económico, éste corre el riesgo de entrar en serias contradicciones lógicas que pondrían en peligro la validez epistemológica de la economía en su conjunto.
El comportamiento maximizador del homo economicus está reñido con la ética, e impide la elección racional en mercados competitivos. Un consumidor ante una mercancía nunca piensa en los demás, sino en sí mismo. El momento en el que se atraviese en su elección individual cualquier preocupación ética por los demás, sus decisiones económicas se invalidan automáticamente. Para la teoría vigente del consumidor, que fundamenta a todo el edificio conceptual de la economía moderna, éstas no serían decisiones racionales.
Pensar de manera ética, por definición, es pensar en contra del mercado y del interés individual. Pensar éticamente no es racional, al menos en los contenidos que la economía entiende por “racional”. Ética y crecimiento económico son dimensiones contrapuestas. La cesura con respecto a la ética, ha producido una instrumentalización del conocimiento, del saber social y de la convivencia humana.
Una sociedad que se dedica a la industria de la guerra, puede exhibir envidiables parámetros e indicadores de desarrollo económico, pero esa sociedad puede revelarse como un peligro para las demás. Mientras más crezca en términos económicos esa sociedad, más riesgos existen para la paz del mundo.
Una lección que el capitalismo quiere olvidar con la experiencia del nazismo en Alemania y la reconstrucción económica por la vía de la industria bélica. El profesor Galbraith, con su fina ironía, decía que los nazis, luego de haber resuelto el problema del desempleo en Alemania, se dedicaron a resolverlo en el resto de Europa y el mundo.
Esa cesura entre la ética y el “crecimiento” hace que en la subjetividad del capitalismo, el fin justifique los medios y que al final la ética aparezca como recurso estratégico en la necesidad de legitimar al poder. No hay que olvidar que el índice de crecimiento de los mercados de Defensa (el índice Spade Defense) ha crecido una media del 15% entre los años 2001 y 2006, gracias a la “guerra en contra del terrorismo”, y que esta guerra ha provocado el aparecimiento de graves atentados a los derechos humanos fundamentales en todas partes del mundo.
¿Es posible, entonces, devolver la ética a la convivencia humana? La respuesta aparece condicionada a la existencia de los mercados como reguladores sociales e históricos. Los mercados no son espacios para la ética. Son espacios para el lucro individual y la acción estratégica. Rescatar la ética implica superar al mercado. Los mercados al instrumentalizar la ética ponen en riesgo la paz del mundo y las condiciones de una convivencia pacífica entre los pueblos.
Una tercera cesura del discurso del desarrollo y el crecimiento económico es con la historia y cultura propias de los pueblos. El desarrollo y el crecimiento económico vacían de contenidos a esas historias y culturas y los llenan con aquellos que se considera válidos desde la lógica de la rentabilidad, el corto-placismo, el egoísmo y el cálculo estratégico. Cuando el crecimiento económico se aproxima a sociedades o pueblos que no están contaminados de modernidad ni desarrollo económico, los fagocitan en función de las necesidades de la acumulación del capital, y colonizan aquello que Habermas denomina el “mundo de la vida”.
Para el crecimiento económico, las costumbres tradicionales de los pueblos y sus culturas son obstáculo que hay que superar eliminándolas por medio de estrategias de modernización. En las coordenadas del mercado, no pueden subsistir las diferencias culturales, a condición de que se conviertan en excelentes mecanismos de mercadeo. El desarrollo y el crecimiento económico no tienen idea de lo que significa el respeto cultural, y la convivencia en contextos de diversidad social y cultural. Los mercados no soportan la diversidad humana. La extraordinaria diversidad cultural de los pueblos del mundo es una amenaza que debe ser controlada. El mundo liso y llano de Burguer King, de Nike, de Mc Donalds, de Coca Cola, de Wal-Mart, etc., es la apuesta por colonizar esa diversidad cultural e integrarlas al capitalismo como otra dimensión del mundo corporativo.
Una cuarta cesura es, paradójicamente, con la misma economía. Aunque parezca inverosímil, el desarrollo económico más que provocar el crecimiento económico para toda la sociedad, en realidad lo que consigue es la administración política de la escasez. El discurso neoliberal del crecimiento económico es un discurso de la escasez. El mecanismo de los precios como taumaturgos de la realidad, es la expresión del control político a la escasez. De hecho, todo el discurso de la economía neoliberal está construido sobre las nociones de la escasez.
Los conceptos del neoliberalismo (entre ellos los conceptos de precios como costo marginal, el concepto de agente maximizador, de rendimientos decrecientes, de equilibrio general, de curvas de indiferencia, etc.) son conceptos que relevan de una analítica de la escasez. No se trata de la existencia o constatación de una situación de escasez, sino de su racionalización y operacionalización política por medio del poder, y la economía, de este modo, se convierte en otra forma de ejercer el poder. El desarrollo crea escasez. El desarrollo y el crecimiento económico crean pobreza. La pobreza es inherente al desarrollo y al crecimiento económico. Toda la estrategia de ajuste y reforma estructural del FMI y del Banco Mundial, y su terapia de shock, provocaron artificialmente la escasez, y provocaron y exacerbaron la pobreza como requisito ineludible para que puedan operar las leyes del mercado capitalista.
Pensar que el crecimiento económico puede resolver los problemas de la pobreza es ingenuo, primero porque se tiende a pensar a la pobreza en términos de economía (el dólar diario del Banco Mundial), cuando en realidad es un fenómeno político; y, segundo, porque se supone que la pobreza puede ser superada desde la misma economía (por ello Marx se resistía a hablar de pobreza, para él la pobreza era una manifestación social e histórica de la explotación, lo que había que resolver era la explotación humana emancipando al trabajo, y no como ahora lo pregona el poder con microfinanzas o microempresas), cuando debería superarse desde la política.
Ninguna sociedad, incluida aquellas que puedan autodenominarse como “desarrolladas” han resuelto los problemas de la pobreza, y menos aún de la explotación. El discurso de la economía neoliberal como analítica de la escasez sirve de cobertura y coartada para ocultar la distribución de la renta social. Si toda la sociedad participa en la producción del excedente social, lo lógico sería esperar que el discurso del desarrollo y el crecimiento económico resuelvan la distribución y participación de toda la sociedad de este excedente. Gracias al discurso neoliberal del crecimiento económico, el excedente social se privatiza y la escasez se convierte en el mejor argumento de control político que asegura la privatización de la riqueza social.
Una quinta cesura, y quizá de las más graves, es la colonización epistémica. Cuando se asume al discurso del desarrollo y del crecimiento económico, es imposible ver al mundo de otra manera. Quizá Wallerstein tenga demasiada razón cuando nos propone “impensar las ciencias sociales”. Para Wallerstein, el desarrollo es un “mito organizacional”. La colonización epistemológica provoca la indiferencia hacia aquellos saberes que no relevan de los marcos teóricos dados por la modernidad y por el desarrollo, y también provoca la destrucción de esos saberes, sobre todo cuando empiezan a convertirse en peligrosos. En una expresión fuerte y cargada de simbolismo y de razón, Boaventura de Souza Santos los llama “epistemicidios”.
La colonización epistemológica producida por el discurso del crecimiento económico ha neutralizado la capacidad que tendría la humanidad en repensar las alternativas al capitalismo. Quizá es más difícil desaprender que aprender. Para salir de esta colonización, quizá sea necesario un largo trabajo de olvido sobre todo aquello que aprendimos a propósito del desarrollo y del crecimiento. Superar esta cesura epistémica es una de las tareas más complejas del presente porque la razón siempre es autorreferencial, y la analítica del crecimiento económico ha hundido sus raíces en la episteme moderna incluida en sus propuestas emancipatorias.
Todos estos procesos no pueden mantenerse sin la utilización estratégica de la violencia. El libre mercado necesita de la violencia como la vida necesita del oxígeno. A más libre mercado más violencia. Todas las reformas neoliberales del crecimiento económico han sido impuestas y se mantienen desde la violencia. La violencia asume el formato de la política como una extensión de la guerra, y ésta como una condición hobbesiana de existencia. El desarrollo y el crecimiento económico fragmentan al hombre de su sociedad y lo inscriben en una relación marcada, precisamente, por la violencia. La libertad de los mercados implica cárceles, persecución, terrorismo de Estado, torturas, genocidios, impunidad. El crecimiento económico es violento por naturaleza. Generar violencia y administrarla políticamente, bajo una cobertura de democracia, ha sido uno de los desafíos más importantes del neoliberalismo. El concepto neoliberal que permitió la domesticación de la política, incluido el sometimiento de la democracia a las coordenadas del mercado, ha sido aquel del Estado social de derecho.
Es necesario cerrar estas cesuras. Está en juego la pervivencia del hombre sobre la Tierra. El discurso neoliberal del desarrollo basado en el crecimiento económico no puede tener una segunda oportunidad. Si se la damos quizá sea demasiado tarde para nuestro futuro. Su legado de destrucción ambiental, degradación humana, violencia social, colonización de las conciencias, terrorismo de Estado, genocidios, expulsión de pueblos enteros, guetización, entre otros aspectos, hacen imperativo (casi como los imperativos morales de Kant), que busquemos alternativas al desarrollo en su conjunto.
El Presidente boliviano Evo Morales, indígena de procedencia aymara, ha dicho que hay que pensar en superar al capitalismo como sistema social e histórico. Los indígenas del Ecuador, a inicios de los noventa, y en la línea de repensar las alternativas al capitalismo como sistema, produjeron uno de los conceptos políticos más complejos de la era presente: el Estado Plurinacional, que obliga a reconsiderar los contenidos que fundamentan al contrato social y a la sociedad en su conjunto. Los zapatistas mexicanos desafiaron a las tradicionales teorías del poder cuando expresaron su mandato político como: “mandar obedeciendo”.
Son los mismos indígenas de Bolivia, Ecuador, y Perú, los que ahora proponen un concepto nuevo para entender el relacionamiento del hombre con la naturaleza, con la historia, con la sociedad, con la democracia. Un concepto que propone cerrar las cesuras abiertas por el concepto neoliberal del desarrollo y el crecimiento económico. Han propuesto el “sumak kawsay”, el “buen vivir”.
Es probable que la academia oficial, sobre todo aquella del norte, sonría condescendiente, en el caso de que logre visibilizar al concepto del buen vivir, y que lo considere como un hecho anecdótico de la política latinoamericana. Sin embargo, es al momento la única alternativa al discurso neoliberal del desarrollo y el crecimiento económico, porque la noción del sumak kawsay es la posibilidad de vincular al hombre con la naturaleza desde una visión de respeto, porque es la oportunidad de devolverle la ética a la convivencia humana, porque es necesario un nuevo contrato social en el que puedan convivir la unidad en la diversidad, porque es la oportunidad de oponerse la violencia del sistema.
Sumak kawsay es la expresión de una forma ancestral de ser y estar en el mundo. El “buen vivir” expresa, refiere y concuerda con aquellas demandas de “décroissance” de Latouche, de “convivialidad” de Iván Ilich, de “ecología profunda” de Arnold Naes. El “buen vivir” también recoge las propuestas de descolonización de Aníbal Quijano, de Boaventura de Souza Santos, de Edgardo Lander, entre otros. El “buen vivir”, es otro de los aportes de los pueblos indígenas del Abya Yala, a los pueblos del mundo, y es parte de su largo camino en la lucha por la descolonización de la vida, de la historia, y del futuro.
Es probable que el Sumak Kawsay sea tan invisibilizado (o lo que es peor, convertido en estudio cultural o estudio de área), como lo fue (y es) el concepto del Estado Plurinacional. Mas, en la prosa del mundo, en su signatura de colores variados como el arcoiris, en su tejido con las hebras de la humana condición, esa palabra, esa noción del “buen vivir”, ha empezado su recorrido. En los debates sobre la nueva Constitución ecuatoriana, junto a los derechos de la naturaleza y el Estado Plurinacional, ahora se ha propuesto el Sumak Kawsay como nuevo deber-ser del Estado Plurinacional y la sociedad intercultural. Es la primera vez que una noción que expresa una práctica de convivencia ancestral respetuosa con la naturaleza, con las sociedades y con los seres humanos, cobra carta de naturalización en el debate político y se inscribe con fuerza en el horizonte de posibilidades humanas.
- Pablo Dávalos es economista y profesor universitario ecuatoriano.
Fuente: ALAI, 6-5-08

lunes, 11 de mayo de 2009

Lento pero viene

lento pero viene
el futuro se acerca
despaciopero viene
hoy está más alláde las nubes que elige
y más allá del truenoy de la tierra firme
demorándose viene
cual flor desconfiada
que vigila al sol sin preguntarle nada
iluminando viene
las últimas ventanas

lento pero viene
el futuro se acerca
despaciopero viene
ya se va acercando
nunca tiene prisa
viene con proyectos
y bolsas de semillas
con angeles maltrechos
y fieles golondrinas

despacio pero viene
sin hacer mucho ruido
cuidando sobre todo los sueños prohibidos
los recuerdos yacentes
y los recién nacidos

lento pero viene
el futuro se acerca
despaciopero viene
Lento pero viene
ya casi está llegando
con su mejor noticia
con puños con ojeras
con noches y con días
con una estrella pobre
sin nombre todavía
lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotrosy menos el azar
lento pero vieneel futuro se acerca
despaciopero viene
lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene