miércoles, 6 de abril de 2011

La difìcil unidad de las fuerzas antisistémicas

"por Raúl Zibechi
tomado de rebelion.org

Ahora que el sistema atraviesa serias dificultades para sobrevivir a mediano plazo, la actitud de las fuerzas antisistémicas empieza a jugar un papel decisivo. Mucho antes de pensar en alguna forma de unidad o de coordinación estable, debe constatarse que coexisten en el universo de quienes están por cambios de fondo una gama de diferencias que dificultan una mínima visión común de los hechos.

Un buen ejemplo es la actitud hacia la revuelta árabe y, muy en particular, el caso de Libia. Hay amplios sectores antisistémicos –o que dicen serlo– que simpatizan con Kadafi, observan la revuelta en su contra como una maniobra occidental y no dan mayor importancia a la masacre que el régimen está haciendo contra su propio pueblo. Una parte de este sector, y no me refiero sólo a algunos gobernantes, siguió con simpatía las revueltas triunfantes en Túnez y en Egipto, pero no así en aquellos países cuyos gobiernos tienen algún grado de enfrentamiento con Estados Unidos. Una hipotética revuelta popular en Irán, o en China, por ejemplo, no sería acompañada por amplios sectores que se entusiasman con revueltas similares en otros países.

Esta es apenas una de las múltiples contradicciones que atraviesan el campo anti imperial-capitalista. Todo indica que a medida que la crisis se vaya profundizando y las contradicciones se hagan más virulentas y complejas, las diferencias se harán mayores. Sin pretender agotar el tema sino apenas abrir un debate, parece necesario abordar cuatro aspectos en los que hoy se manifiestan hondas diferencias.

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A los ricos en realidad no les interesa los pobres

"por Carl Pope
tomado de Foreign Policy

Gastamos demasiado tiempo y energía preocupándonos de la supuesta división global entre norte y sur, países ricos y países pobres. En realidad no existe. La verdadera brecha que se abre en el planeta es entre las élites y la clase media de algunos Estados, y la base de la pirámide, en todas partes.

Los cuatro ciudadanos más ricos del mundo —Carlos Slim, Bill Gates, Warren Buffett y Mukesh Ambani— tienen más en común entre ellos de lo que tienen con el estrato inferior de la población de sus respectivos países. No obstante, sí manejan su riqueza de forma diferente. Gates y Buffett están entregando la mayor parte, Ambani se acaba de construir la casa más cara del mundo y Slim está en algún lugar entre medias. Pero los cuatro pueden contar con que los gobiernos de sus países se van a ocupar primero de sus necesidades. "

La preservación de esa clase de jerarquía social es una presunción no escrita a la hora de decidir qué soluciones a los problemas del mundo se ponen sobre la mesa y cuáles no. Muchos han señalado que los países cuyos límites casualmente incluyen grandes depósitos de petróleo, diamantes, maderas tropicales o algún otro artículo valioso tienden a tener poblaciones miserables que sufren la pobreza y la violencia —la maldición de los recursos. Pero educadamente pasamos por alto que por cada país que sufre esta situación, hay una cleptocracia que disfruta de la bendición de los recursos. Con raras excepciones, como Sudán, aquellos que saquean la riqueza de sus países son aceptados en las altas cumbres de la sociedad global.

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Los zapatistas avanzan en silencio hacia la autonomía

"Majo Siscar
tomado de periodismohumano.com

En Chiapas, en la frontera sur de México, allá donde la orografría es abrupta y el hambre surca los rostros de los más pequeños, miles de personas decidieron alzarse en armas y decir “basta” a la pobreza, a la marginación, a la invisibilidad. Era el 1 de enero de 1994, y las ciudades chiapanecas amanecieron tomadas por los nadie, los indígenas, aquellos que debían bajar de la cera cuando pasaba un caxlan –palabra maya para designar a los mestizos- , aquellos que no sabían, que andaban descalzos, los prescindibles, sencillos hombres y mujeres que aquel día se volvieron grandes al hacer la primera revolución del siglo XXI.

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