sábado, 3 de abril de 2010

Alfabetizaciòn ecològica

"Epílogo extraído del libro “La Trama de la Vida, Una nueva perspectiva de los sistemas vivos""

Restablecer la conexión con la trama de la vida significa reconstruir y mantener comunidades sostenibles en las que podamos satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones sin mermar las oportunidades de generaciones venideras. Para esta tarea podemos aprender mucho de los ecosistemas, verdaderas comunidades sostenibles de plantas, animales y microorganismos. Para comprenderlos, debemos entender primero los principios básicos de la ecología; debemos por así decirlo, alfabetizarnos ecológicamente.

Estar ecológicamente alfabetizados, ser “ecoalfabeto”, significa comprender los principios de organización de las comunidades ecológicas (ecosistemas) y utilizar dichos principios para crear comunidades humanas sostenibles. Necesitamos revitalizar nuestras comunidades –incluyendo las educativas, las de negocios y las políticas-, de modo que los principios de ecología se manifiesten en ellas como principios de educación, empresa y política.La teoría de los sistemas vivos expuesta en este libro provee de un marco conceptual para el establecimiento del vínculo entre comunidades ecológicas y humanas. Ambas son sistemas vivos que exhiben los mismos principios básicos de organización. Son redes organizativamente cerradas, pero abiertas a los flujos de energía y recursos; sus estructuras se hallan determinadas por sus historiales de cambio estructurales; son inteligentes debido a las dimensiones cognitivas inherentes en los procesos de vida.

Existen, por supuesto, múltiples diferencias entre comunidades humanas y ecosistemas. En éstos no se dan la autoconsciencia, el lenguaje, la consciencia y la cultura ni, por consiguiente, la justicia y la democracia, pero tampoco la codicia y la deshonestidad. Nada podemos aprender de los ecosistemas sobre estos valores y limitaciones humanos. Pero lo que si podemos y debemos aprender de ellos, es como vivir sosteniblemente , A lo largo de más de tres mil millones de años de evolución , los ecosistemas del planeta se han organizado de formas sutiles y complejas para maximizar su sostenibilidad. Esta sabiduría de la naturaleza es la esencia de la alfabetización ecológica.Basándonos en la comprensión de los ecosistemas como redes autopoiésicas y estructuras disipativas, podemos formular una serie de principios de organización identificables como básicos para la ecología que nos sirvan de líneas maestras sobre las que edificar comunidades humanas sostenibles.

El primero de dichos principios es el de interdependencia. Todos los miembros de una comunidad ecológica se encuentran interconectados en una vasta e intrincada red de relaciones, la trama de la vida. Sus propiedades esenciales y, de hecho, su misma existencia se derivan de estas relaciones. El comportamiento de cada miembro viviente dentro de un ecosistema depende del comportamiento de muchos otros. El éxito de toda la comunidad depende de de sus individuos, mientras que éxito de éstos depende del de la comunidad como un todo.Comprender la interdependencia ecológica significa comprender relaciones. Esta comprensión requiere los cambios de percepción característicos del pensamiento sistémico: de las partes al todo, de objetos a relaciones, de contenido a patrón. Una comunidad humana sostenible es consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros.

Nutrir estas relaciones equivale a nutrir la comunidad.El hecho de que el patrón básico de la vida sea el de red significa que las relaciones entre los miembros de una comunidad ecológica son no-lineales, e incluyen múltiples bucles de retroalimentación. Las cadenas lineales de causa – efecto se dan muy raramente en los ecosistemas. Des este modo, cualquier perturbación no tendrá un único efecto, sino que sus consecuencias repercutirán en patrones en constante expansión. De hecho, puede verse incluso amplificada por circuitos de retroalimentación independientes, capaces de llegar a ocultar la fuente original de la perturbación.La naturaleza cíclica de los procesos ecológicos constituye otro importante principio de ecología. Los circuitos de retroalimentación son caminos a lo largo de los cuales los nutrientes son constantemente reciclados. Como sistemas abiertos, todos los organismos de un ecosistema producen desechos, pero lo que es residuo para una especie constituye alimento para otra, de modo que el sistema como un todo no produce desperdicios. Comunidades enteras de organismos han evolucionado de este modo a lo largo de miles de millones de años, usando y reciclando sin cesar las mismas moléculas de minerales, agua y aire.

En este caso la lección para las comunidades humanas resulta evidente. Uno de los principales conflictos entre ecología y economía deriva del hecho de que la naturaleza es cíclica, mientras que nuestros sistemas industriales son lineales. Nuestros negocios absorben recursos, los transforman en productos y desperdicio y venden esos productos a los consumidores, que a su vez producirán más desperdicios al usarlos. Para ser sostenibles, los patrones de producción y consumo deben ser cíclicos, a semejanza de los procesos naturales. Para alcanzar semejantes patrones cíclicos, debemos rediseñar fundamentalmente nuestros negocios y nuestra economía.Los ecosistemas difieren de los organismos individuales en que son sistemas mayoritariamente (aunque no totalmente) cerrados con respecto al flujo de materia, mientras que se muestran abiertos al flujo de energía cuya principal fuente es el Sol, cuya energía, transformada en energía química por la fotosíntesis de las plantas verdes, impulsa la mayoría de los ciclos ecológicos.Las implicaciones para el mantenimiento de comunidades humanas sostenibles resultan de nuevo obvias. La energía solar en sus múltiples aspectos –luz solar para la producción de calor y electricidad, viento, energía hidráulica, biomasa, etc.- constituye la única clase de energía renovable, económicamente eficiente y medioambientalmente benigna. Al ignorar esta evidencia ecológica, nuestros dirigentes políticos y económicos comprometen una y otra vez el bienestar de millones de pobladores del planeta.

La Guerra del Golfo en 1991, por ejemplo, que significó la muerte de cientos de miles de personas, empobreció a millones de ellas y causó desastres medioambientales sin precedentes, tuvo una de sus causas en las erróneas políticas energéticas de las administraciones Reagan y Bush.Describir la energía solar como económicamente eficiente significa una contabilización honesta de los costes reales de la producción de energía, lo que no es el caso en la mayoría de las economías de mercado actuales. El llamado mercado libre no proporciona la adecuada información a los consumidores, ya que los costes sociales y medioambientales de producción no son parte de los modelos económicos corrientes. Estos costes son etiquetados como variables “externas” por los economistas de los gobiernos y las empresas, puesto que no encajan en su marco teórico.

Los economistas de empresa tratan como artículos gratuitos, no sólo el aire, el agua y el suelo, sino también a la delicada red de relaciones sociales que se ve severamente afectada por la expansión económica continuada. Los beneficios privados se hacen sobre costes públicos en forma de deterioro del medioambiente y de la calidad de vida general, además de a expensas de las generaciones futuras. El mercado simplemente nos proporciona información falsa; hay una total falta de retroalimentación y la más elemental alfabetización ecológica nos dice que semejante situación es insostenible.Uno de los modos más efectivos de cambiar la situación sería una reforma fiscal ecológica. Semejante reforma sería estrictamente neutra sobre el beneficio, trasladando la carga fiscal de los ingresos a las “ecotasas”.

Lo que significaría que se añadirían impuestos a productos existentes, formas de energía, servicios y materiales, de modo que sus precios reflejasen mejor los verdaderos costes. Para resultar exitosa, una reforma fiscal ecológica debe ser un proceso lento, a largo plazo, que proporciones a las nuevas tecnologías y a los patrones de consumo tiempo suficiente para adaptarse, pero al mismo tiempo debe ser lo suficientemente enérgica para estimular la innovación industrial.Una reforma fiscal ecológica llevada a cabo con firmeza y lentitud, a la larga, iría dejando gradualmente fuera del mercado a las tecnologías y hábitos de consumo dañinos y nocivos. A medida que los precios aumentasen, con la correspondiente contrapartida de reducción de impuestos sobre los ingresos, la gente abandonaría el coche por la bicicleta, usaría los transportes públicos y maximizaría la capacidad de sus vehículos en sus desplazamientos hacia y desde el lugar de trabajo. A medida que los impuestos sobre los productos petroquímicos y los combustibles derivados del petróleo aumentasen, de nuevo con su correspondiente contrapartida de reducción del impuesto sobre los ingresos, la agricultura biológica se convertiría en el modo de producción de alimento no sólo más sano, sino más barato.En la actualidad se estudian seriamente las ecotasas en varios países europeos, y su implantación generalizada parece inevitable a más o menos largo plazo. Para mantener la competitividad bajo estas nuevas condiciones, los empresarios y directivos deberán alfabetizarse ecológicamente.

El conocimiento detallado del flujo de materia y energía resultará especialmente esencial, y por ello la recientemente desarrollada práctica de la “ecoauditoría” adquirirá una importancia capital. Una auditoría ecológica analiza las consecuencias medioambientales de los flujos de materia, energía y personas en una empresa, determinando en consecuencia los costes reales de producción.La asociación es otra de las características esenciales de las comunidades sostenibles. Los intercambios cíclicos de energía y recursos en un ecosistema se sostienen en una cooperación omnipresente. Efectivamente, hemos visto cómo desde la creación de las primeras células nucleadas hace más de dos mil millones de años, la vida sobre la Tierra se ha desarrollado mediante combinaciones cada vez más complejas de cooperación y coevolución. La asociación –tendencia a asociarse, establecer vínculos, vivir unos dentro de otros y cooperar- es una de las características distintivas de la vida.

En las comunidades humanas, asociación significa democracia y poder personal, puesto que cada miembro de la comunidad desarrolla un papel importante en la misma. Combinando el principio de asociación con la dinámica del cambio y del desarrollo, podemos utilizar también el término “coevolución” como metáfora de las comunidades humanas. A medida que florece la asociación, cada parte comprende mejor las necesidades de las demás. En una verdadera asociación, todos los miembros aprenden y cambian: Coevolucionan. Una vez más salta a la vista la tensión básica entre el reto de la sostenibilidad ecológica y el modo en que nuestras sociedades actuales están estructuradas entre economía y ecología. La primera enfatiza la competición, la expansión y la dominación; la segunda pone el acento en la cooperación, la conservación y la asociación.Los principios de ecología mencionados hasta aquí –interdependencia, flujo cíclico de recursos; cooperación y asociación- son todos aspectos distintos de un mismo patrón de organización. Es según este patrón que los ecosistemas se organizan para maximizar su sostenibilidad.Una vez comprendido dicho patrón, podemos plantearnos cuestiones más detalladas como, por ejemplo, cuál es la resistencia de las comunidades ecológicas o de qué modo reaccionan ante perturbaciones externas.

Tales cuestiones nos conducen a nuevos principios de ecología –flexibilidad y diversidad-, que capacitan a los ecosistemas para la supervivencia a las perturbaciones y para la adaptabilidad a condiciones cambiantes.La flexibilidad de un ecosistema es una consecuencia de sus múltiples bucles de retroalimentación, que tienden a restablecer el equilibrio del sistema cada vez que se produce una desviación de la norma, debida a condiciones cambiantes del medio externo. Por ejemplo, si un verano desacostumbradamente caluroso produce un incremento del crecimiento de algas de un lago, mejorará el medio de los peces que se alimentan de dichas algas, con lo que tendrán mayor descendencia, que a su vez se alimentará de las algas, reduciendo su exceso. A medida que éstas disminuyen, empezará a escasear el alimento de los peces, descenderá su población y las algas podrán recuperarse. De este modo la perturbación original genera una fluctuación alrededor de un bucle de retroalimentación, que tiende a mantener el equilibrio entre peces y algas.

Perturbaciones como la descrita ocurren continuamente, puesto que las condiciones del medio cambian sin cesar y, por consiguiente, el efecto final es una constante fluctuación. Todas las variables que podemos observar en un ecosistema –densidades de población, disponibilidad de nutrientes, patrones climáticos, etc.- fluctúan sin cesar. Así es como los ecosistemas se mantienen en un estado flexible, dispuestos a adaptarse a las condiciones cambiantes. La trama de la vida es una red flexible en continua fluctuación. Cuantas más variables se mantengan fluctuando, más dinámico será el sistema y mayor su capacidad para adaptarse a los cambios.Toda fluctuación ecológica se desarrolla dentro de unos límites de la tolerancia. Existe siempre el peligro de que todo el sistema se colapse cuando una fluctuación transgrede dichos límites y el sistema no es ya capaz de compensarla. Lo mismo se puede aplicar a las comunidades humanas.
La falta de flexibilidad se manifiesta en forma de estrés. El estrés se da cuando una o más variables del sistema se llevan a sus valores extremos, lo que induce a una creciente rigidez a través del mismo, El estrés temporal es un aspecto esencial de la vida, pero el estrés prolongado resulta perjudicial y destructivo. Estas consideraciones conducen a la importante conclusión de que la buena gestión de un sistema social –una compañía, una ciudad, un sistema económico- significa el descubrimiento de los valores óptimos de sus variables. El tratar de maximizar alguna de dichas variables en lugar de optimizarla, conducirá irremediablemente a la destrucción del sistema como un todo.El principio de flexibilidad sugiere también una correspondiente estrategia de resolución de conflictos. En toda comunidad aparecen invariablemente discrepancias y conflictos que no pueden ser resueltos a favor de una y otra parte. Por ejemplo, la comunidad necesitará estabilidad y cambio, orden y libertad, tradición e innovación. Estos conflictos se resuelven mucho mejor desde el establecimiento de un equilibrio dinámico que desde las decisiones rígidas.

La alfabetización ecológica incluye la comprensión de que ambas partes de un conflicto pueden ser importantes en función del contexto y de que las contradicciones en el seno de una comunidad son signos de su diversidad y vitalidad, que contribuyen por tanto a la viabilidad del sistema.El papel de la diversidad en los ecosistemas está íntimamente vinculado a su estructura en red. Un ecosistema diverso será también resistente, puesto que contendrá en su seno multiplicidad de especies con funciones ecológicas superpuestas, que pueden reemplazarse parcialmente. Cuando una especie determinada es destruida por una severa perturbación, de modo que se rompe un vínculo en la red, un ecosistema diverso será capaz de reorganizarse y sobrevivir gracias a que otros vínculos de la red podrán, al menos parcialmente, realizar la función de la especie desaparecida. Dicho de otro modo, cuanto más compleja sea la red, más grande será la complejidad de su patrón de interconexiones y en consecuencia mayor será su resistencia.En los ecosistemas, la complejidad de su red es consecuencia de su biodiversidad; por tanto, una comunidad ecológica diversa es una comunidad resistente. En las comunidades humanas, la diversidad étnica y cultural puede representar el mismo papel. En este caso, diversidad significa distintos tipos de relaciones, distintos modos de enfrentarse al mismo problema. Una comunidad humana diversa es pues una comunidad resistente, capaz de adaptarse a situaciones cambiantes.No obstante, la diversidad es sólo una ventaja estratégica si se trata de una comunidad verdaderamente vibrante, sostenida por una red de relaciones. Si la comunidad se halla fragmentada en grupos e individuos aislados, la diversidad puede fácilmente convertirse en una fuente de prejuicios y fricciones. Pero si la comunidad es consciente de la interdependencia de todos sus miembros, la diversidad enriquecerá todas las relaciones y en consecuencia a la comunidad entera, así como a cada uno de sus individuos. En una comunidad así, la información y las ideas fluyen libremente por toda la red y la diversidad de interpretaciones y de estilos de aprendizaje –incluso de errores- enriquecerá a toda la comunidad.Éstos son pues algunos de los principios básicos de la ecología: interdependencia, reciclaje, asociación, flexibilidad, diversidad y, como consecuencia de todos ellos, sostenibilidad. A medida que nuestro siglo se acerca a su fin y nos aproximamos al principio de un nuevo milenio, la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra alfabetización ecológica, de nuestra capacidad de comprender estos principios de ecología y vivir en consecuencia.

ECOLOGÍA PROFUNDA
El nuevo paradigma podría denominarse una visión holística del mundo, ya que lo ve como un todo integrado más que como una discontinua colección de partes. También podría llamarse una visión ecológica, usando el término “ecológica” en un sentido mucho más amplio y profundo de lo habitual. La percepción desde la ecología profunda reconoce la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos todos inmersos en (y finalmente dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza.Los términos “holístico” y “ecológico” difieren ligeramente en sus significados y parecería que el primero de ellos resulta menos apropiado que el segundo para describir el nuevo paradigma. Una visión holística de, por ejemplo, una bicicleta significa verla como un todo funcional y entender consecuentemente la interdependencia de sus partes. Una visión ecológica incluiría esto, pero añadiría la percepción de cómo la bicicleta se inserta en un entorno natural y social: de donde provienen sus materias primas, cómo se construyó, cómo su utilización afecta el entorno natural y a la comunidad en que usa, etc.

Esta distinción entre “holístico” y “ecológico” es aún más importante cuando hablamos de sistemas vivos, para los que las conexiones con el entorno son mucho más vitales.El sentido en que uso el término “ecológico” está asociado con una escuela filosófica específica, es más, con un movimiento de base conocido como “ecología profunda”, que está ganando prominencia rápidamente. Esta escuela fue fundada por el filósofo noruego Arne Naess a principios de los setenta al distinguir la ecología “superficial” y la “profunda”. Esta distinción está ampliamente aceptada en la actualidad como referencia muy útil en el discernimiento entre las líneas de pensamiento ecológico contemporáneas.